El viento aúlla. La nieve cubre interminables llanuras. Los glaciares se aferran a los picos escarpados. Esto es Frostgard. Es un reino tan duro como la gente que alberga. Aquí, el invierno no es una estación. Es una forma de vida.
¿La historia de Frostgard? Está escrita con hielo y sangre. Los mitos hablan de los primeros Frostgardians. No nacieron. Fueron esculpidos de los glaciares. ¿Sus corazones? Inquebrantables como el norte helado. ¿Sus ojos? Brillaban con el frío fuego de la aurora.
Estos eran los Jotun. Gigantes entre los hombres. Su legado perdura en las venas de cada Frostgardiano. Susurra en los aullidos del vendaval. Resuena en el hielo resquebrajándose.
“Los débiles no sobreviven en Frostgard, sólo los fuertes, los astutos y los tenaces”.
La supervivencia aquí no está garantizada. Se gana. A diario. La tierra forma a su gente. Los forja en la escarcha y la furia. La debilidad es un lujo que Frostgard no puede permitirse.
Jotunheim se alza desafiante contra el invierno eterno. Es más que una ciudad. Es una fortaleza. Un símbolo. Piedra y hielo se alzan en altas torres. Dentro de sus muros, rugen grandes hogares. No son sólo para calentarse. Son un desafío al frío del más allá.
En los salones de Jotunheim, la historia vive. **Los caldeos cantan glorias pasadas. De pruebas superadas. De batallas aún por venir. Sus canciones no son un mero entretenimiento. Son el alma de la cultura Frostgardiana.
“En los salones de Jotunheim, los skalds cantan las glorias del pasado de Frostgard y las pruebas que se avecinan”.
Aquí, los reyes gobiernan. Pero no son suaves monarcas sureños. Los gobernantes de Frostgard lideran desde el frente. En la paz, juzgan. En la guerra, luchan. Siempre, encarnan el espíritu del norte.
Para los Frostgardian, la guerra no es una ocupación. Es la vida misma. Los niños aprenden a manejar armas antes de poder caminar. Las habilidades de supervivencia son tan cruciales como respirar. ¿El resultado? Guerreros sin igual en todos los reinos.
La furia Frostgardiana es legendaria. Es fría como el viento del norte. Implacable como la marcha de un glaciar. En batalla, son una fuerza de la naturaleza. Imparables. Inquebrantables. Inquebrantables.
Pero no se trata sólo de fuerza. La astucia importa. La estrategia es la clave. Un guerrero Frostgardiano es un pensador tanto como un luchador. Tienen que serlo. En el norte, un solo error puede significar la muerte.
A pesar de todo su poder, los Frostgardian se enfrentan a amenazas inimaginables. Los gigantes deambulan por los páramos helados. Son colosales. Aterradores. Piel de granito. Fuerza para romper montañas. No son simples enemigos. Son fuerzas de la naturaleza.
Pero los gigantes no son el único peligro. La tierra misma es un enemigo constante. Las ventiscas pueden golpear sin previo aviso. Las grietas se esconden bajo la nieve inocente. Cada día es una batalla contra los elementos.
“A medida que el mundo más allá de las fronteras de Frostgard se vuelve cada vez más caótico e incierto, los guerreros del norte están listos para defender su patria contra cualquier amenaza, ya sean las hordas voraces de los gigantes o las maquinaciones intrigantes del imperio Lumeshirean”.
Y aún hay más. Al sur, el imperio de Lumeshire crece. Su mirada se vuelve hacia el norte. Frostgard se erige como un baluarte. No sólo para sí mismo, sino para todo el norte.
Frostgard es más que un reino. Es un legado. Un derecho de nacimiento. Una confianza sagrada. Es el corazón palpitante del norte. Donde nacen las leyendas. Donde se forjan los héroes. Mientras las montañas sigan en pie y los vientos aúllen, Frostgard perdurará. ¿Su espíritu? Indomable como la tierra misma. Esto es Frostgard. Inquebrantable. Irrompible. Eterno.
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