Varian recuperó la consciencia en fragmentos. Primero fue el dolor en las extremidades, luego el áspero rasguño de la cuerda contra la piel. Parpadeó, intentando despejar la confusión de su mente.
Una carcajada penetró en el aire. Los ojos de Varian se abrieron de golpe, enfocando los grotescos rostros que lo miraban. Goblins. Al menos una docena de ellos se agolpaban alrededor de la red.
“¡Mirad! Los ratones se han despertado”, se burló un goblin, con voz aguda y chirriante.
Varian se retorció en la red, luchando contra las ataduras que lo retenían. “¡Dejadnos ir!”, exigió, con la voz ronca.
La punta de una lanza atravesó la red y se detuvo a escasos centímetros de la cara de Varian. Se quedó inmóvil, con el corazón latiéndole con fuerza.
“Silencio, fiambre”, gruñó un goblin. “O empezaremos a trinchar antes”.
Unas manos ásperas los agarraron, arrancándolos de la red. Las piernas de Varian se doblaron al caer al suelo. Antes de que pudiera recuperar el equilibrio, le taparon los ojos con un paño maloliente. La oscuridad le envolvió de nuevo.
Los empujaron hacia delante, tropezando con raíces y rocas invisibles. Varian perdió el sentido del tiempo y la dirección mientras avanzaban. Le ardía la garganta de sed y tenía el estómago vacío. ¿Cuánto tiempo había pasado desde que salieron del Hacha Oxidada? ¿Horas? ¿Días?
La desesperación se apoderó de él. Había fracasado. Falló a su deber, falló a Elric, falló a la ciudad que había jurado proteger. ¿Y por qué? ¿Un momento de heroísmo fuera de lugar?
Pasó una eternidad antes de que unas manos ásperas le arrancaran la venda. Varian parpadeó contra la luz repentina, y los ojos le lloraron al adaptarse.
Ante ellos se alzaba una fortificación. Las murallas estaban salpicadas de toscas torres de vigilancia, tripuladas no por goblins, sino por corpulentos orcos. Sus captores los empujaron hacia delante, a través de una puerta que parecía tragárselos enteros.
Varian fue el primero en percibir el hedor. Sangre y humo y algo aún más fétido. A medida que avanzaban por los sinuosos pasillos, vislumbró el horror. Jaulas repletas de prisioneros demacrados. Altares manchados de sangre vieja. Piras que crepitaban con llamas verdes, desprendiendo humos nocivos.
Los metieron en una gran sala, tan opuesta a la miseria por la que habían pasado que Varian se preguntó si estaba alucinando. Alfombras de felpa. Muebles dorados. Y en el centro de todo, una figura que hizo que a Varian se le trabara la respiración.
El semiorco descansaba en un trono ornamentado, con una pierna colgando despreocupadamente sobre el brazo. Vestía finas sedas, con joyas brillando en la garganta y los dedos. Cuando sonrió, Varian vio que le habían limado los dientes hasta dejarlos en punta.
“Bienvenidos, caballeros”, ronroneó el semiorco. “Soy Korgath. Y ahora sois mis invitados de honor”.
Varian intercambió una mirada con Elric. Su amigo tenía el rostro pálido y la mandíbula apretada.
Korgath se inclinó hacia delante, apretando los dedos. “Tengo una propuesta para vosotros. Tu libertad, a cambio de cierta… información. Nada demasiado complicado. Sólo algunos detalles sobre las defensas de tus ciudades”.
“Vete al infierno”, espetó Elric.
La sonrisa de Korgath no vaciló. “Ya, ya. No nos precipitemos”. Hizo un gesto, y dos orcos fornidos se adelantaron, con crueles instrumentos brillando en sus manos. “No me gustaría verte sufrir innecesariamente”.
Hizo una señal a los guardias. “Separadlos. Hablaremos con cada uno… en privado”.
El corazón de Varian se aceleró mientras lo arrastraban lejos de Elric, sus ojos se encontraron por última vez antes de que una puerta se cerrara de golpe entre ellos.
A solas con Korgath, la determinación de Varian vaciló. La voz del semiorco se redujo a un susurro conspirativo. “Yo no soy como los demás. Soy medio humano, después de todo. Comprendo el valor de… la civilización”.
Señaló a una figura con túnica que acechaba en las sombras. “Mi druida ha preparado una poción especial para ti. Olvidarás todo lo que ha pasado - una bondad, en realidad. Te dejaremos cerca de tu aldea, sin que te sientas mal. No hace falta que tus compañeros de la guardia vengan a buscarte, ¿verdad?”.
Varian sintió alivio. Vivirían. Olvidarían.
“Pero antes”, continuó Korgath, “necesitamos esa información. Para asegurarnos de su exactitud”.
La mente de Varian se agitó. Pensó en las jaulas por las que habían pasado, en los altares manchados de sangre. Y, de repente, el recuerdo de los gritos desesperados de ayuda de aquella mujer resonó en sus oídos.
“Te… Te diré lo que quieres saber”, dijo, con la voz apenas por encima de un susurro.
Las palabras brotaron de él, un torrente de información sobre rotaciones de guardias, puntos débiles en los muros, túneles secretos destinados a la evacuación. Korgath escuchaba, con un brillo de satisfacción en los ojos.
Cuando Varian se calló, Korgath aplaudió. “¡Excelente! ¿Lo veis? La cooperación lo hace todo mucho más sencillo”.
Hizo un gesto, y Varian fue conducido mientras Elric era introducido. A través de la puerta que se cerraba, Varian vislumbró el rostro de su amigo, retorcido por la angustia y la incertidumbre.
El tiempo pasó lentamente mientras Varian esperaba, solo y aterrorizado. Cuando por fin se abrió la puerta, metieron a Elric a su lado, pálido y derrotado.
“La desesperación es el precio que pagamos por nuestras esperanzas traicionadas.”
La sonrisa de Korgath se ensanchó, mostrando aquellos dientes afilados. “Y ahora, amigos míos, creo que nuestro asunto ha concluido”. Se volvió hacia el druida, cuyo rostro estaba oculto bajo una capucha de pelaje enmarañado. “Aquí tenéis, dos sujetos más para vuestros rituales de sangre. Úsalos bien”.
Las palabras tardaron un momento en penetrar en la niebla de la mente de Varian. Cuando comprendió, el hielo inundó sus venas. Se lanzó hacia delante, con un grito en la garganta, pero unas manos fuertes lo agarraron por detrás.
Lo último que vio Varian antes de que le colocaran una capucha sobre la cabeza fue el rostro de Korgath, que aún lucía aquella sonrisa de satisfacción. Y en ese momento, Varian comprendió el verdadero significado de la desesperación.
Quick Links
Legal Stuff